No hay guiones y no hay que aprenderse
el papel de un personaje. El Teatro del
Oprimido nace de un colectivo que
está siendo objeto de una opresión ejercida por parte de otro colectivo en aras
de obtener unos beneficios.
Se trata de crear un campo
relacional alternativo que permita trabajar una dimensión diferente de la
noción social y política de la gente que participa a lo largo del proceso. Así
se incentiva la movilización para generar un cambio social en donde el
individuo (fortalecido por el grupo) recupera, fomenta y mantiene el control
sobre la posibilidad de solucionar los problemas que lo aquejan y así lograr
cambios en su entorno, en la estructura social y política.
En sí, la experiencia del teatro,
ha sido muy buena; nos ha hecho ver la realidad desde nuestra piel, o al menos
verla reflejada en nuestros compañeros. Hemos podido expresar lo que sentimos,
lo que pensamos, sin que nadie nos juzgue; como son: nuestras ideas políticas,
nuestras críticas sociales…también hemos podido comprender, por así decirlo,
las posturas que aquellos a los que siempre criticamos; por ejemplo:
representamos una manifestación, donde los antidisturbios golpeaban a una manifestante,
uno de nosotros tuvo que meterse en ese papel y plantearse los motivos por los
que actúa de esa forma; en fin creo que gracias a esto hemos podido observar la
realidad desde los diferentes puntos de vista; de no ser por la actividad no
creo que algún día nos hubiésemos planteado el porqué actúan de esa forma.
Es una actividad muy
enriquecedora que te hace reflexionar sobre la vida, sobre los problemas
políticos y sociales; observar quienes son las personas más débiles…A demás, al
realizar esta actividad, nos ha dado un respiro, después de tanto estrés acumulado
por la universidad…
Nos ha enriquecido y nos ha
gustado muchísimo, ya que, es algo diferente y algo que realmente nos sirve
para poder obtener recursos para un futuro como educadores sociales.
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